domingo, 1 de junio de 2008

Soñé –bolañísticamente o perecianamente- que mis amigos incendiaban a Pachas y Tecnopatria de pura ensoñación.





















Pachas siente calor, siente que está siendo manoseada por fuego, dice
que está llorando por las palabras, que de escritura nada,
no, un manoseo, un felatio de oro portátil,
dice: no, esa no soy yo. Esa es una nube en una petite
montaña pre-Andes o estelar. Mientras Tecnopatria
se rompe en lamentos, y dice: me están tocando la tinta
de mi llanto pacífico, y yo quiero ser yo, solamente yo,
y los escupe a todos, aunque los ame, los escupo a todos,
los meto en el saco de la no-creación,
en ese saco de la joda-copiosa que paíscidio desnarrado
ha dictado o dictaminado o lacto-sidado.
Me están defecando mis libros, me los están quemando, grita,
y les dispara a todos, los aleja de su sueño
con la honestidad de una fábula –sin generación, ni homogeneidad.
Porque paíscidio es la expresión de la rabia.
Y su autor, escribe con rabia. Esa es su verdadera torpesa y cliché.
No me toquen, por favor, no me toquen.
No, no, no me toquen. Ni líder ni perseguidor, dice Tecnopatria,
que admira la mantención del canto de Escritura, dice:
mi enemigos, mis peores hermanos son los que visten
mis ojos,
y el agua de mi cielo: es una pésima novela hipócrita;
soñé: que Tecnopatria y Pachas, sobrevivían luego de una
ceniza novelística.

(aquí comienza la taquicardia prosaica que no reescribe,
inventa. El primer poema de los poemas de los libros de dOPING
hISTORICO)